Los Ángeles (EE.UU.), 12 feb (EFE).- Alexis Puentes representa todo un cruce de culturas. Este cubano que luchará el lunes por el Grammy al mejor álbum de pop latino lleva grabada la tierra que le vio nacer en su nombre artístico y en su sangre caliente, pero el destino quiso que Canadá fuera el refugio para su corazón.
Alex Cuba, como se le conoce en la industria, acaba de terminar una gira por Canadá, su hogar desde hace años, presentando su último trabajo, «Healer», y lleva unos días «con escalofríos» cada vez que piensa en la ceremonia del lunes en el Staples Center de Los Ángeles (California).
«Los Grammy me han reconocido una vez más (es su segunda candidatura tras la obtenida en 2011 por su álbum homónimo) y eso me da la confianza de que, a mis casi 42 años, no he perdido el tiempo», declaró el cantautor en una entrevista con Efe.
«Además, soy el único artista independiente en esa categoría», dijo en alusión a sus rivales: Alejandro Sanz, Ricky Martin, Julieta Venegas y Pablo Alborán. «Llego con mi propia discográfica, Caracol Records. Eso es lo más increíble para mí», añadió.
El artista es consciente de que su música no es tan popular como la de sus rivales, y por eso agradece que la Academia siga prestando atención «a la calidad musical» más allá de los éxitos radiofónicos.
«Eso es lo que han visto en mí desde el primer momento», afirmó.
Ha pasado poco más de un mes desde que se conociera su nominación, algo que no esperaba en absoluto puesto que, tal y como reconoce, «Healer» es el disco «del que menos esperaba» en su carrera y el que, finalmente, más le ha dado.
«La noche anterior me acosté y le pedí a Dios que metiera su mano. A las 6 de la mañana, un productor amigo mío, Andrés Saavedra, me despertó con un mensaje que decía: ‘Hermano, ¡eres el puto amo del universo! Junto a una foto de la nominación. Fue una emoción increíble», rememoró.
«Healer» ya le supuso a Cuba la victoria en los Grammy Latino con el premio al mejor álbum de cantautor, pero esta nueva candidatura a los Grammy estadounidenses la está disfrutando más aún que la primera, ya que aquella «pasó un tanto inadvertida».
«Ahora tengo a Canadá a mis pies celebrando», dijo entre risas.
Para el cantante, el sentimiento de sentirse canadiense surgió hace muchos años. De hecho, tiene la ciudadanía desde 2004.
«Pero antes de eso ya sentía raíces allí», confesó.
Corría el año 1995 cuando pisó por primera vez las frías tierras del norte junto a la banda de su padre, Valentín Puentes, que recorrió el país de punta a punta en una gira musical que se alargó por espacio de 70 días.
«Allí fue cuando conocí a mi mujer, Sarah. Era el mes de marzo y nos casamos en diciembre, así que acabamos de hacer 20 años de matrimonio. En cuanto puse el pie en Canadá, sentí que aquel era mi destino. Eso lo respeto mucho. La intuición no suele fallar», explicó.
La pareja regresó a Cuba y pasó allí tres años. De hecho, tras los Grammy, el cantante volverá para rodar el documental «The Cuban Bus», en busca de músicos experimentales.
«A ella le fascina la sencillez de mi tierra. Puede vivir con cualquier cosa. Eso lo aprendí de ella. De hecho, al mudarnos a Canadá, no hice como la mayoría de cubanos emigrados que tratan de llenarse de cosas materiales y tener un carro muy caro. No. En Cuba veníamos de vivir con poco y eso lo continuamos», declaró.
Los dos apostaron por la música de Cuba. Aunque al principio fuera complicado.
«Hacía ‘shows’ y con ese dinero nos tenía que dar para toda la semana. Pero nos dieron ese poder, esa actitud ante la vida. Siempre creímos que sería posible llegar a algún lugar. Ella confió en mi. Y yo también», indicó.
Desde entonces suma un disco con su hermano gemelo, Adonis, llamado «Morumba Cubana», y una trayectoria en solitario que completa con «Humo De Tabaco», «Agua Del Pozo», «Alex Cuba» y «Ruido en el sistema».
Ahora, vuelve a estar a las puertas de un Grammy.
«Si alguien me dice en mis inicios que iba a estar aquí, no lo hubiera creído», admitió. «Es que ni sé cómo ha llegado», agregó.
Eso sí, ha llegado un punto en su madurez en el que no tiene tapujos a la hora de calificar su música como «optimista», ya que es un reflejo de su personalidad.
«Me costó tiempo entenderlo», concedió. «Hubo una época en la que pensé que tal vez me veían como alguien que vive en una burbuja de felicidad y eso se podía ver como inmadurez. Lógicamente, el mundo no es siempre feliz, pero yo no estoy equivocado», recalcó.
Sencillamente, al contrario que a otros artistas, a Cuba le llega la inspiración en sus momentos de mayor felicidad.
«Así me acepté. Tengo esa relación con la música. Quiero llevar intuitivamente esa felicidad. La música es el gran poder que Dios dio al hombre, así que, ¿por qué no usarla para pasar el mensaje de que la vida vale la pena vivirla?», manifestó.