Jerusalén, 25 dic (EFE).- Los cristianos de Tierra Santa celebran la Navidad en medio de la ola de violencia que sacude la región, que ha mermado considerablemente la afluencia de peregrinos, especialmente en Belén, donde se han desplegado extremas medidas de seguridad por temor a un atentado islamista.
Las celebraciones en la ciudad que vio a nacer a Jesús, que han atraído principalmente a palestinos locales, tienen lugar bajo una estricta vigilancia ante el temor de que grupos salfistas pudieran atentar contra los peregrinos o centros cristianos.
Según la radio pública palestina, las fuerzas de seguridad de la Autoridad Nacional Palestina (ANP) han arrestado esta última semana a un número indeterminado de islamistas en el distrito de Belén y se tienen en cuenta posibles amenazas de grupos identificados con el Estado Islámico (EI).
La presencia de fuerzas especiales de seguridad es notoria en los últimos días y miles de agentes armados custodian las celebraciones en torno a la Basílica de la Natividad y los accesos a la ciudad de Belén, constató Efe.
Anoche, en su homilía de la Misa del Gallo, el patriarca latino de Jerusalén, Fuad Twal, se refirió al problema del terrorismo cuando, al apelar a la necesidad de impulsar un sentido de misericordia y dijo: «pensamos en las víctimas de todas las formas de terrorismo en todas partes».
«No importa quiénes son y de dónde vienen, estas personas son todos nuestros hermanos y hermanas en la Humanidad», señaló.
El servicio religioso estuvo encabezado por el presidente palestino, Mahmud Abás, y su primer ministro, Rami Hamdala, con la presencia, como exige el protocolo diplomático, de los cónsules de las siete potencias protectoras de Tierra Santa, entre ellas España.
La Navidad en Belén pasa este año por uno de sus momentos más difíciles, con una renovada ola de violencia en toda la zona que ha eclipsado los festejos y tirado abajo el turismo a niveles que no se veían desde hace años.
Según estimaciones preliminares del sector hotelero, la ocupación de habitaciones se ha reducido a la mitad y afectará a todos los sectores relacionados, desde restaurantes a tiendas de recuerdos.
El eclipse turístico viene marcado por la escalada que comenzó en octubre, en la que han muerto al menos 135 palestinos, más de la mitad en ataques o supuestos ataques a israelíes y el resto en manifestaciones y choques contra fuerzas israelíes.
Ayer, víspera de la Navidad, cuatro murieron en Cisjordania, tres en ataques a fuerzas israelíes y uno en un enfrentamiento con una fuerza militar que realizaba una redada en el campo de refugiados de Qalandia.
Como consecuencia de los ataques palestinos han muerto 22 israelíes -entre estos, el miércoles, un rabino oriundo de Argentina- y tres extranjeros.
Twal, que anoche insistió en el mensaje del papa Francisco de dedicar el año 2016 a «meditar sobre la misericordia divina en todas sus dimensiones», anunció la dedicación de una de las puertas de la Iglesia de Santa Catalina, adyacente a la Basílica de la Natividad, como Puerta de la misericordia, «confiando en que muchos peregrinos y fieles pasarán a través de él durante este año jubilar».
«La misericordia debe incluir todas las personas cercanas y lejanas, personas a las que nos gusta y disgusta», pidió el arzobispo, para quien es «fácil demostrar misericordia a aquellos con los que estamos relacionados por la sangre, el parentesco, la religión y la raza».
«Sin embargo, es difícil extender la relación para incluir a los presos pobres y marginados, a los prisioneros y a las víctimas de la violencia y el terrorismo en Palestina y en nuestros países vecinos», señaló en alusión a los conflictos en la región y al que enfrenta a palestinos e israelíes.
Dentro de este espíritu de misericordia, mencionó que «pensamos en los propietarios de casas demolidas en Jerusalén y las tierras confiscadas en Palestina, los afectados por los castigos colectivos y de los niños y jóvenes privados de un futuro brillante».
La celebraciones de Navidad en Tierra Santa, que comenzaron ayer con la entrada del patriarca en la ciudad, se prolongarán durante tres semanas, hasta que concluyan las de las otras corrientes cristianas, la ortodoxa y la armenia.
Elías L. Benarroch