Naciones Unidas, 3 oct (EFE).- La ONU cerró hoy el debate de alto nivel de la Asamblea General convencida de que, una vez más, se ha convertido en la principal tribuna para promover la paz, la seguridad, el desarrollo y la protección de los derechos humanos.
Seis días del debate de alto nivel, una cumbre previa sobre el desarrollo, más de un millar de entrevistas bilaterales y decenas de reuniones en la sede de la ONU han convertido a Naciones Unidas en los últimos días en el epicentro de la diplomacia mundial.
Las jornadas fueron cerradas hoy por el presidente de la Asamblea General, el danés Mogens Lykketoft, que dio el martillazo final del debate general de ese órgano de la ONU poco después del mediodía, seis días después de haberlo comenzado.
«Hemos llegado al final de nueve días históricos para la ONU, un debate completo e histórico», afirmó Lykketoft al referirse a las sesiones de alto nivel y a los tres días de la Cumbre Mundial sobre el Desarrollo que se realizó entre el viernes y el domingo pasados.
Este año ha sido especial, ya que tanto la cumbre como el debate de la Asamblea General reunieron un número sin precedentes de jefes de Estado y de Gobierno, cerca de 150, y se contó además con el mensaje del papa Francisco, el pasado viernes.
Todos ellos, dijo Lykketoft en el mensaje de clausura, «reafirmaron el espíritu y los principios de la Carta de Naciones Unidas, y su fe en el papel central de la ONU y en la cooperación internacional».
Además, las discusiones se celebraron al cumplirse este año el 70 aniversario de la creación de Naciones Unidas, una organización que reconoce que nunca antes se había enfrentado a tantos conflictos y tan complejos, y que exigen tanta atención de parte de la ONU.
Lykketoft destacó estos hechos y dijo que todas estas reuniones habían permitido plantear los desafíos a los que se enfrenta la comunidad internacional en temas como la paz global, la seguridad, el desarrollo y los derechos humanos.
La guerra de Siria, el conflicto armado de Libia y el avance de grupos extremistas islámicos en Oriente Medio y África fueron algunos de los asuntos que más atención acapararon durante los debates de alto nivel.
Pero Lykketoft destacó que uno de los temas «planteados consistentemente» en el debate general fue la crisis generada por el flujo de migrantes y desplazados internos a causa de los conflictos armados mencionados.
«Se insistió una y otra vez en que se trata de una crisis sin precedentes de dimensiones globales, que exige una respuesta global sin precedentes basada en las leyes y la solidaridad internacionales», afirmó el presidente de la Asamblea General.
Lykketoft destacó que la violencia y el extremismo fueron una «gran fuente» de preocupación para los líderes reunidos en la ONU, incluyendo las acciones radicales del Estado Islámico y de otros grupos extremistas.
Pero, en contraste, la ONU sirvió este año como escenario para el progresivo acercamiento de Estados Unidos y Cuba, vecinos que llevaban décadas sin entenderse, y para avanzar en una agenda mundial con el fin de luchar contra el cambio climático.
Esa agenda se pondrá a prueba en la cumbre sobre el cambio climático de París, en diciembre próximo, donde Naciones Unidas espera que haya políticas concertadas para enfrentar a un problema que afecta a todos, aunque se enfrenta con profundas divisiones.
El presidente de la Asamblea General también dijo que en los debates se insistió en la necesidad de que haya una reforma de la ONU, y especialmente del Consejo de Seguridad, cuyas decisiones vitales siguen estando en manos de cinco naciones con derecho a veto.
Esas reformas incluyen un proceso «transparente», según Lykketoft, para la elección, el año próximo, del secretario general de la ONU, en reemplazo de Ban Ki-moon.
«La profundidad de las discusiones demostró una vez más que la tarea de esta organización es enorme», afirmó Lykketoft al cerrar las sesiones de alto nivel de la Asamblea General.