Bajo un cielo gris, la pequeña localidad de Newtown (Connecticut) enterró hoy a dos más de los niños que fueron asesinados en la masacre del pasado viernes, mientras sigue preguntándose por los motivos de un crimen que ha conmocionado a todo EE.UU.
Las investigaciones avanzan lentamente y, de momento, sólo añaden más detalles truculentos, como que el autor, el joven introvertido Adam Lanza, disparó cuatro veces en la cabeza a su madre, Nancy, mientras dormía.
Según explicó Wayne Carver, el director de la Oficina Forense de Connecticut, Nancy Lanza recibió los disparos en la cabeza a manos de su hijo que le causaron la muerte instantánea durante el sueño.
La personalidad de la madre, coleccionista de armas y aficionada a las prácticas de tiro, guarda sin duda una de las claves de este sangriento suceso. La otra, por supuesto, la tiene el autor.
El forense detalló que el joven Lanza, de 20 años, se quitó la vida en la escuela de un único disparo en la frente.
Carver descartó que Adam estuviera bajo medicación en el momento en que perpetró la masacre, como se había barajado tras las declaraciones de su tío Jonathan, quien dijo que el chico estaba siendo tratado contra la esquizofrenia.
Sin embargo, los padres -divorciados- de Lanza habían dicho en alguna ocasión a su círculo de amigos que su hijo padecía el síndrome de Asperger, una variante del autismo, pero no se sabe aún si había sido diagnosticado formalmente.
Las investigaciones continúan en la confortable casa que el tirador compartía con la madre, en donde los agentes se han incautado de teléfonos celulares, computadoras y videojuegos de ordenador.
Las autoridades están tratando de acceder, bajo orden de registro, al historial médico del joven, con el objetivo de dilucidar la mayor incógnita que queda: el móvil de tanta tragedia.
Los vecinos de Newtown siguen sin salir de una pesadilla, en la que los pequeños féretros y las familias en duelo se mezclan con los visitantes llegados de todo el país para expresar su apoyo y solidaridad espontáneos.
Los cuerpos de James Mattioli y Jessica Rekos, ambos de seis años de edad, fueron enterrados hoy, después de que ayer se diera sepultura a Jack Pinto y Pozner Noé, de la misma edad.
A los funerales, completamente privados, solo pudieron acceder los familiares de los pequeños en un clima cargado de consternación y dolor, por lo que algunos de los amigos más allegados a las familias tuvieron que esperar en los jardines de la iglesia Santa Rosa de Lima, donde se celebraron las misas.
Fue el caso de Jackie Acosta, íntima amiga del abuelo de la pequeña, quien viajó desde Denver (Colorado) para apoyar a la familia de la niña en este trance.
«Estoy aquí por ellos, estoy muy triste porque no pude entrar. (Recuerdo a la niña) muy linda, muy bonita, era un ángel», dijo a Efe Acosta visiblemente emocionada.
Acosta trató de telefonear al abuelo de Jessica pero le fue imposible, aunque sí pudo hablar con su «mejor amiga» y madrina de su hijo, Marie, esposa en segundas nupcias del abuelo de la niña.
Mañana continuarán los oficios por algunas de las víctimas, la de la directora del centro, Dawn Hochsprung, y el de los pequeños Daniel Barden (7), Caroline Previdi (6) y Chase Kowalski.
Además, se celebrará en Stratford el funeral de la profesora de origen puertorriqueño Victoria Soto, considerada una de las heroínas del suceso porque escondió a sus alumnos en un armario y evitó con su cuerpo que el autor de la masacre los alcanzara.
Newtown trata de volver poco a poco a la normalidad, aunque aún quedan muchas víctimas por recibir sepultura, y hoy reabrió las puertas de sus centros educativos, excepto las de la escuela elemental Sandy Hook, donde tuvieron lugar los hechos.
Según explicó el jefe de la policía estatal de Connecticut, Paul Vance, la investigación sobre la escena del crimen aún está en curso y podría durar meses. No se descarta que la escuela no vuelva a abrir nunca.
Mientras tanto, los alumnos de la escuela elemental Sandy Hook utilizarán las instalaciones de otro edificio escolar, Chalk Hill, que está en desuso en la vecina localidad de Monroe, pero lo harán solo hasta después de las vacaciones navideñas, el próximo enero.
La Policía de Newtown prevé destacar agentes en las seis escuelas que reabrieron en la mañana de hoy para proporcionar seguridad a los más de 4.700 estudiantes que han vuelto, traumatizados, a las aulas.