Los líderes de los países de la región de Asia-Pacífico iniciaron hoy una cumbre bajo la sombra del creciente poderío económico y político de China, anfitrión de la reunión y principal potencia emergente a nivel global.
La ceremonia de apertura de la cumbre buscó marcar de nuevo la confianza en sí mismo del gigante asiático, retomando los temas estéticos de los Juegos Olímpicos de 2008, que marcaron de alguna forma su explosión mundial, y además tuvo lugar en el Cubo de Agua olímpico.
El anfitrión de la fiesta, el presidente Xi Jinping, dio la bienvenida a los restantes veinte jefes de Estado y Gobierno para la cena que marcó el inicio de la cumbre, a los que recordó la «responsabilidad de hacer del Pacífico un océano de paz, amistad y cooperación y que traiga paz, desarrollo, prosperidad y progreso a la región».
Xi señaló también que el propósito de la cumbre es dar continuidad al «desarrollo dinámico» de la región y animó a los asistentes a tener una visión a largo plazo de la zona Asia-Pacífico.
Y tras la cena, un espectáculo de música y danza, tanto tradicional como contemporánea, intentó de nuevo mostrar las dos caras de este país, que se ha modernizado de forma brusca y busca su lugar en el podio mundial mientras sigue apegado a su historia milenaria.
Las sesiones de trabajo de la cumbre tendrán lugar el martes en el Lago de Yanqi (afueras de Pekín), y se centrarán en las distintas ideas para promover en la región el libre comercio y el desarrollo de infraestructuras que faciliten los intercambios.
Se trata de asuntos clave para todos los miembros de APEC, pero sobre todo para China, que busca extender la influencia generada por su enorme mercado (unos 1.400 millones de personas) y su inmensa reserva de divisas (se calcula en unos 4 billones de dólares).
Y frente a Xi aparecieron hoy un Estados Unidos que se resiste a entregar el testigo y una Rusia muy debilitada económicamente en el último año y que tiene una décima parte de la población china, tal como se vio en la segunda y última jornada de la llamada «cumbre de ejecutivos» que tuvo lugar en Pekín.
El estadounidense Barack Obama ofreció a China aumentar la cooperación bilateral en beneficio global, como en cambio climático o economía, pero no dejó de señalar que EE.UU. mantiene el liderazgo mundial gracias a la fortaleza de su economía y a su preeminencia en asuntos internacionales, sea en el combate contra el terrorismo como en la lucha contra el ébola.
Pero se trataba de un Obama muy debilitado por la reciente y dura derrota electoral de su partido, algo que intentó compensar pregonando la buena marcha de la economía de su país.
Y por Rusia, el presidente Vladímir Putin reconoció ante el mismo foro los problemas financieros que afronta su país, al admitir que el rublo se ha devaluado casi un 30 por ciento frente al dólar durante este año, aunque no mencionó la salida masiva de capitales, todo ello producto de las sanciones occidentales por la crisis de Ucrania.
Putin se reunió el domingo con Xi, con quien firmó nuevos acuerdos para la comercialización de gas, en un nuevo capítulo de la tabla de salvación económica que Pekín ha ofrecido a Moscú tras esas sanciones.
Y lo mismo están haciendo estos días o harán el miércoles y el jueves tras la cumbre todos los demás líderes, en un auténtico peregrinar por el Gran Palacio del Pueblo para reunirse con el presidente de la potencia que en los últimos dos años ha firmado o avanzado acuerdos de cooperación económica y comercial con prácticamente medio mundo.
Rafael Cañas/Pekín, 10 nov (EFE).-