El francés Tony Gallopin (Lotto), el mismo que lució el maillot amarillo en la Fiesta nacional del 14 de julio, amplió aquel premio en un ejercicio de insistencia, con dos ataques en los últimos kilómetros que le sirvieron para ganar la undécima etapa, en la que Nibali conservó el liderato sin problemas, ya en la Tour post Contador.
Volvió el Tour tras el descanso, por fin hizo calor y regresó Gallopin para completar su hazaña del día de la Fiesta Nacional. El ciclista galo reitero sus ataques, con valentía y ambición, hasta coger unos metros que fueron suficientes para celebrar su primera victoria en el Tour.
Gallopin, de 26 años, amargó el día a los esprinters, sobre todo a Sagan, que con tres segundos puestos no huele una victoria en este Tour, no ve la manera de levantar los brazos. El francés se fue a 2,5 kilómetros de meta, los demás no reaccionaron y se impuso al alemán Degenkolb (Omega) y al italiano Trentin por un puñado de metros.
Los favoritos vivieron una jornada movida que marcó una media de 42 por hora. Ya sin Contador, en los ‘corrillos’ del Tour se debate la manera de desalojar a Nibali del liderato, si es que hay alguna. El «Tiburón», camino de los Alpes, mantuvo sin problemas su condición de patrón, con las mismas diferencias: 2.23 minutos a Porte y 2.47 a Valverde, en puestos de podio.
Pero no todos los favoritos disfrutaron de la primera jornada que permitió abrirse los maillots por el calor. Algunos sufrieron un buen golpe, como el campeón mundial portugués Rui Costa, que perdió 1.37 minutos y el estadounidense Talansky, quien sufrió un auténtico martirio para llegar a meta a 32 minutos, rozando el fuera de control.
Talansky se bajó de la bicicleta a 60 kilómetros de meta. Su espalda maltrecha por las repetidas caídas le decía basta. No quería sufrir más, pero su director se bajó del coche, habló con él y el americano volvió a subirse a la bici. Vagó por la carretera, solo, a veces llorando, una imagen patética para el vencedor del Dauphiné.
Tras el reposo de los guerreros el pelotón del Tour volvió para afrontar una undécima etapa propicia para las aventuras y algunos esprínters. No para los puros, ya que en el perfil ondulado se concentraban cuatro cotas en los últimos 50 kilómetros.
El viaje de 187 kilómetros partió de Besançon, ciudad famosa por sus relojes, sobre todo el astronómico de la catedral, y por ser la cuna del escritor Victor Hugo, autor de «Los Miserables», y de los hermanos Lumiére, los padres del cinematógrafo. Después de unos cuantos escarceos se formó una fuga de tres: el suizo Elmiger (IAM) y los franceses Lemoine (Cofidis) y Delaplace (Bretagne).
El destino geográfico era Oyonnax, pero el destino profesional era la reacción del pelotón para echar abajo la fuga. El Garmin se puso a tirar en cabeza, a la vez que su líder, Talansky perdía tiempo a chorros. Paradójico.
Pasado el primer puerto, la Cota de Rogna, se quedó solo Elmiger, que coronó también el segundo, antes de que se le unieran Roche, Bekelandt, Herrada y Gautier. Ya por el cuarto y último, el Echallon, Roche se rebeló sin éxito.
El Astana había ordenado el fin de las aventuras, quería preparar el último y difícil descenso de 15 kilómetros hasta meta. El mismo planteamiento del Cannondale de Sagan, quien se exhibió en la bajada en busca de Gallopin, que había lanzado su primer ataque.
Los gallos movieron ficha. Uno de ellos flaqueó. El australiano Richie Porte había perdido comba en el descenso. Percatados de la flaqueza, Nibali y Valverde trataron de descolgar al jefe de filas del Sky, que finalmente enlazó.
A 2,5 saltó de nuevo Gallopin, un corredor de pedigrí, hijo de ciclista, sobrino del director del Trek Alain Gallopin y pareja de ciclista, de Marion Rousse, también azafata de la empresa que otorga el trofeo a la combatividad.
El día del maillot amarillo, la explosiva rubia le dio como primer premio un beso nada más cruzar la meta, esta vez el novio esperó porque la chica estaba comentando la etapa para una televisión. Gallopin logró en Oyonnax, la ciudad de la industria del plástico, la victoria de su vida. Otra conquista, pero de oro.
Carlos de Torres./Oyonnnax (Francia), 16 jul (EFE).-