La personalidad de Paula Broadwell no ha dejado de suscitar interés en los medios estadounidenses desde que hace diez días el anuncio de su relación con el director de la CIA David Petraeus acabara con la carrera del general más admirado y condecorado de los EE.UU.
Después de que se levantara toda la polvareda por la polémica, Broadwell, casada con un médico y madre de dos hijos, tuvo que salir de su casa de Charlotte, en Carolina del Norte, para huir de los focos de la prensa, esa que tanto había buscado, y refugiarse en la casa de su hermano en Washington DC.
Cientos de periodistas se apostaron para hacer guardia en la capital estadounidense, mientras el FBI entraba en su casa de Charlotte para investigar hasta dónde había llegado su affaire y si a través de él había obtenido información privilegiada.
Broadwell, que regresó la pasada noche a su vivienda tras diez días de acoso mediático, se graduó de la Academia Militar de West Point, tuvo siempre muy claro su deseo de destacar en los estudios, en el deporte, y de asomarse a lo más alto del liderazgo y el poder.
Tras su paso por las Fuerzas Armadas, en las que llegó a ser teniente coronel, la joven decidió dedicarse a la política exterior, un camino que, en gran medida, recorrió de la mano de Petraeus desde que lo conoció en 2006.
Broadwell había servido al país, y como algunos otros soldados, decidió aprovechar su carrera y experiencia militar para reconducir su trayectoria profesional hacia las relaciones internacionales, por lo que estudió un máster y luego trató de doctorarse en la Universidad de Harvard, donde conocería a Petraeus en 2006.
Sin embargo, un año más tarde, las cosas empezaron a no salir como ella tenía previsto.
Broadwell, que ahora ocupa numerosas portadas en los principales diarios del país, se vio obligada a abandonar el prestigioso centro educativo de Massachusetts, según citan algunos medios, porque su proyecto de doctorado no alcanzaba los exigentes estándares requeridos por la universidad.
Aquello no la detuvo sino que, lejos del desánimo, le brindó la oportunidad de brillar que andaba buscando.
Para no desperdiciar su tesis doctoral sobre la naturaleza y características del liderazgo, que en gran parte trataba sobre Petraeus, decidió convertirla en una biografía del general.
El libro la catapultaría a las televisiones y a la primera línea mediática.
Su proyecto le dio acceso casi ilimitado al militar durante el período en que éste mandaba las tropas internacionales en Afganistán, y también más tarde cuando ya ocupaba el más alto cargo al frente de la CIA, en 2011, momento en el que presuntamente comenzaron su relación sentimental.
Tras su contacto con Petraeus y su salida de Harvard, Broadwell hizo ver que había sido invitada en 2009 por el general Stanley McChrystal, entonces comandante estadounidense en Afganistán, para encabezar un equipo de expertos que pudieran evaluar de manera externa la estrategia de guerra en aquel país.
Pero, según aseguraron de forma anónima varios funcionarios militares al diario The Washington Post, la pretensión de la joven fue rechazada por los asesores de McChrystal quienes consideraron que su experiencia, sus conexiones y sus credenciales académicas no eran lo suficientemente buenas para esa tarea.
Fue otro traspiés al que tampoco sucumbió.
Encontró su camino para viajar a Afganistán cuando el presidente estadounidense, Barack Obama, sustituyó a McChrystal por Petraeus y se empotró en las operaciones del nuevo comandante en jefe contra los insurgentes.
Cuando Petraeus fue trasladado a Kabul, Broadwell comenzó a hacer viajes regulares a la zona de guerra, momento para el cual ella ya había decidido convertir su investigación académica en un libro sobre él.
Broadwell empezó a cobrar peso en los altos círculos de Washington, entre los que se ganaba detractores por su ambición, pero también felicitaciones por su trabajo, su perseverancia y sus labores de recaudación para organizaciones benéficas en favor de los veteranos de guerra.
Tras años de esfuerzo, en enero de 2012, publicó su libro, escrito conjuntamente con un periodista del diario The Washington Post bajo el título: «All In: The Education of General David Petraeus», y por fin comenzó a ver frutos a su esfuerzo.
Debido al éxito de la publicación, Broadwell comenzó a participar en ponencias y programas televisivos que la condujeron por el camino que siempre había buscado.
Pero hace diez días, el protagonista de su libro y de los últimos años de su vida, también su amante, hizo pública la relación extra matrimonial que los unía y presentó su dimisión al frente de la agencia de inteligencia, aunque sin dar el nombre de ella.
Sin embargo, solo bastaron unas horas para que la identidad de Paula Broadwell resonara en los medios de comunicación de todo el mundo como la principal causante del último escándalo sexual más sonado en Estados Unidos.