Washington, 12 abr (EFE).- Los potenciales desafíos derivados de la baja inflación en la zona euro, y las críticas al retraso a la reforma del sistema de cuotas por EE.UU. fueron los temas principales de la asamblea de mitad de año del Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial (BM) que se cierra hoy.
«El BCE ha mantenido unas condiciones monetarias expansivas y debería considerar más acciones si la baja inflación se hace persistente», apuntó el comunicado del Comité Financiero y Monetario del organismo internacional al concluir su reunión de mitad de año.
Durante la semana de conferencias e informes, el FMI ha remarcado los efectos negativos que podría tener la baja inflación, al reducir la demanda y la producción, en una recuperación económica aún frágil en la zona euro.
El último dato del índice de precios en la zona euro de marzo se situó en una tasa anual del 0,5 %, muy por debajo del objetivo del BCE del 2 %.
El propio presidente del BCE, Mario Draghi, reiteró en su participación en las reuniones en Washington que el organismo rector de la política monetaria en la zona euro «mantiene su determinación para actuar rápidamente si es necesario» y que «no excluye medidas adicionales de expansión monetaria».
Entre ellas, se barajan «medidas no convencionales» como los programas de compra de bonos e inyecciones de liquidez similares a las aplicadas por la Reserva Federal (Fed) en EE.UU.
También las políticas de la Fed, cuyo programa de estímulo monetario ya ha comenzado su marcha atrás dada la mejoría en EE.UU., fue objeto de análisis por los líderes económicos congregados en la capital estadounidense.
Por ello, el FMI recomendó que las medidas de política monetaria en las economías avanzadas deben ser «cuidadosamente calibradas y claramente comunicadas», al apuntar a sus posibles consecuencias en los mercados emergentes que encararán «unas condiciones de financiación externa menos favorables».
Los mercados emergentes han visto ralentizarse ligeramente sus economías, después de varios años siendo los motores de la economía global ante la recesión de los países avanzados, aunque todavía se prevé que crezcan a tasas saludables.
Después de confirmar que la economía global «ha salido del bache» producido por la crisis de 2008, la directora gerente del FMI, Christine Lagarde apuntó en rueda de prensa que el reto ahora es consolidar el crecimiento global que todavía calificó de «débil».
El otro gran tema tanto de la reunión del FMI, como del encuentro paralelo de ministros de Economía del G20, fue la incapacidad mostrada por EE.UU. para sacar adelante la reforma de cuotas de la institución internacional, al ser el único país que aún no lo ha ratificado.
En este sentido, el presidente del Comité Internacional Financiero y Monetario, el ministro singapurés Tharman Shanmugaratnam, aseguró que la reforma de cuotas, que implica otorgar más peso a los países emergentes, es nuestra «prioridad principal» y urgió a EE.UU. a que ratifique esta reforma «cuanto antes».
Shanmugaratnam subrayó que si Washington no adopta esta medida como el mayor contribuyente del FMI «afectaría al sistema multilateral» y se marcó como límite hasta finales de este año para diseñar alternativas si el Congreso de EE.UU. sigue sin aprobarlo.
Finalmente, las tensiones geopolíticas tras la anexión de Crimea a Rusia, y sus posibles consecuencias económicas, no pasaron desapercibidas en el encuentro.
Lagarde señaló que espera que el paquete de asistencia financiera a Kiev por parte del Fondo, sobre el que se ha llegado un principio de acuerdo de entre 14.000 millones de dólares y 18.000 millones, esté listo para finales de abril o comienzos de mayo.
Por su parte, el secretario del Tesoro de EE.UU., Jack Lew aprovechó la ocasión para reunirse con su homólogo ruso Anton Siluanov y transmitirle que Washington está preparado para imponer «sanciones adicionales significativas» a Moscú si continúa una «escalada» de la situación en Ucrania.