Las protestas en todo el mundo por la ley contra la propaganda homosexual en Rusia y los 50.000 millones de dólares que costará la organización del torneo han agitado las horas previas a la ceremonia inaugural de los Juegos Olímpicos de Invierno, cuyo programa deportivo comenzó este jueves en Sochi.
Contra viento y marea, mientras arrecian las críticas, el gobierno de Vladimir Putin ha logrado convertir el principal balneario soviético y ruso a orillas del mar Negro en la capital mundial del deporte de invierno.
La llamada ritual a la tregua olímpica hecha por el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, iluminó, la víspera de la ceremonia inaugural, el oscuro panorama de una competición que estuvo a punto de resucitar un boicot que ya sufrieron los Juegos de Verano de Moscú’80.
Varios mandatarios de países occidentales como los presidentes de EEUU, Barack Obama, y Francia, Francoise Hollande, y el primer ministro del Reino Unido, David Cameron, han anunciado públicamente que no acudirán a los Juegos de Putin.
Por el contrario, los presidentes de China, Xi Jinping, y Ucrania, Víktor Yanukóvich, y el primer ministro turco, Recep Tayyip Erdogan, han confirmado su presencia, al igual que otro medio centenar de jefes de Estado y de Gobierno, y varias familias reales.
Ban Ki-moon llama a todos los combatientes del mundo a que depongan las armas durante los Juegos de Invierno, que se inauguran hoy. «Este es un momento de paz y armonía, respeto y entendimiento mutuo. Por eso los 193 miembros de la Asamblea General de las Naciones Unidas adoptaron unánimemente que todas las partes en conflicto deben deponer sus armas al menos durante el período festivo y armonioso de los Juegos Olímpicos», dijo.
La tregua olímpica es una vieja tradición griega que fue restaurada en los Juegos de Barcelona de 1992 y recibió el respaldo de la ONU al año siguiente.
La polémica troncal en torno a los Juegos, sin embargo, se centra en la ley contra la propaganda homosexual introducida en Rusia, que ha levantado oleadas de críticas en todo el mundo contra el gobierno de Vladimir Putin.
Ban Ki-moon ha condenado, en un discurso ante la 126 Sesión del COI, cualquier discriminación contra los homosexuales y ha llamado a «alzar la voz» contra los ataques que puedan sufrir.
«Debemos alzar nuestras voces contra los ataques a lesbianas, gays, bisexuales, transexuales o intersexuales», enfatizó. «Debemos oponernos a los arrestos, encarcelamientos y restricciones discriminatorias que padecen».
El presidente del COI, el alemán Thomas Bach, respondió con un discurso en el que destacó, igualmente, que el deporte «está a favor del respeto y en contra de toda discriminación».
Ban Ki-moon asistirá hoy a la ceremonia de inauguración de los Juegos de Sochi, un acto que se saltarán otros dirigentes mundiales, precisamente como forma de expresar su desacuerdo con la legislación rusa relativa a los homosexuales.
Putin asegura que «Rusia está preparada para los Juegos» y precisa que «el principal objetivo es convertir los Juegos Olímpicos de Sochi en una fiesta para todos los amantes del deporte en el mundo».
Ante las amenazas terroristas que se han producido en las últimas semanas, Putin ha dedicado grandes esfuerzos a garantizar al COI y a la comunidad internacional que en Sochi todo está bajo control y que no hay nada que temer, ni desde el punto de vista de la seguridad ni desde el de la discriminación de las minorías.
«Quiero asegurar que haremos todo lo posible para que Sochi sea un lugar hospitalario para todos los participantes y todos los invitados», dijo Putin.
Algunos deportistas homosexuales han expresado su temor a la discriminación durante su estancia en territorio ruso, y otros se han mostrado dispuestos a escenificar su apoyo a las minorías sexuales.
Para prevenir tentaciones, el Gobierno ruso ha recordado que el COI y la carta olímpica prohíben las acciones o manifestaciones políticas durante las competiciones deportivas.
Rusia, cuya última experiencia como organizadora olímpica data de hace 34 años, cuando acogió en el estadio Lenin los Juegos de verano de 1980, se juega mucho en Sochi en términos de imagen, después de haberse gastado 50.000 millones de dólares, multiplicando por cuatro los 12.000 previstos.
Los de Sochi serán los Juegos Olímpicos más caros de la historia. Su coste supera ampliamente a los anteriores de Invierno, organizados por la ciudad canadiense de Vancouver (8.300 millones), y también a los de verano de Pekín 2008, cuyo coste ascendió a 42.000 millones de dólares.
La seguridad de los Juegos, amenazados por la guerrilla islamista del Cáucaso, está garantizada, según el Kremlin, con decenas de miles de policías, buques de guerra, drones y baterías antiaéreas.
Casi 6.000 deportistas de 88 países competirán durante las próximas dos semanas por las 98 medallas en juego en modalidades como esquí alpino, hockey sobre hielo, bobsleigh, biatlón o snowboard.
Moscú, 7 feb (EFE).-