Toronto (Canadá), 25 dic (EFE).- El sur de Canadá acaba de sufrir una de las peores tormentas de hielo de su historia reciente pero para los productores del «vino del hielo», las terribles condiciones meteorológicas de este invierno son una bendición.
«Es realmente bueno», comenta con una amplia sonrisa Klaus Reif, presidente de la Bodega Reif, una empresa vitivinícola situada a orillas del río Niágara, a pocos kilómetros de las famosas cataratas, justo en la frontera con Estados Unidos.
«Esto significa que no tendremos que trabajar durante las Navidades o el Fin de Año», explica Reif, el último de una familia que ha estado produciendo vino desde hace 12 generaciones primero en Alemania, su país de origen, y ahora en Canadá.
El principal producto de la Bodega Reif es el vino del hielo, un vino dulce que en los últimos años ha ganado un gran prestigio, y mercado en todo el mundo y del que Canadá, y especialmente Ontario, se ha convertido en el principal productor, tanto en cantidad como en calidad.
«Canadá produce algunos de los mejores vinos de hielo del mundo. No es mi opinión. Es la opinión de jueces en todo el mundo. En cada competición, el vino del hielo canadiense, y más concretamente los vinos de Ontario, siempre logran la máxima puntuación», cuenta Reif.
«Producimos el vino del hielo de más calidad. Pero también, producimos la mayor cantidad porque tenemos temperaturas frías de forma garantizada. Y la calidad de un vino del hielo depende de la temperatura», añade.
Aunque este caldo se produce en países como Alemania (donde se originó en 1794) y Austria, Canadá se ha convertido en sinónimo de vino de hielo.
Según cifras de la asociación de viticultores de Ontario, en los últimos cinco años la producción media de vino del hielo en la provincia ha sido algo más de 800.000 litros al año. Y gran parte de esa producción se exporta a Asia y, en menor medida a Estados Unidos y Europa.
Reif explica que el éxito de este tipo de caldo canadiense en Asia se debe a sus características, especialmente su dulzura.
Las bajas temperaturas es lo que hace el vino del hielo tan especial. Y su vendimia tan «particular».
Para poder producirlo, las uvas tienen que recogerse congeladas de la cepa a una temperatura igual o inferior a los 8 grados bajo cero. Y tienen que ser prensadas también a temperaturas bajo cero para que se mantengan naturalmente congeladas.
«Lo que hacemos en Ontario es dejar las uvas en las viñas hasta que están congeladas naturalmente. No se pueden congelar en un refrigerador», añade.
«Las uvas contienen agua, azúcar, ácido. Pero sólo el agua está congelada. Al prensarlas, obtenemos un jugo concentrado y congelado que es entre un 40 y un 42 % dulce. Y utilizamos ese jugo concentrado para hacer el vino del hielo», explica Reif.
Tradicionalmente la vendimia se realiza a primeras horas de la madrugada en enero, cuando las temperaturas se sitúan de forma constante por debajo del cero en los termómetros del sur de Ontario.
En el pasado, la recogida era hecha a mano pero en los últimos años, los productores como Reif emplean maquinaria.
«Cada vez era más difícil encontrar a vendimiadores listos para trabajar de madrugada con temperaturas bajo cero en cualquier momento. Porque no podemos prever cuándo se van a dar las condiciones ideales para la recogida así que tenemos que estar en alerta durante semanas».
Este año, la recogida se ha adelantado en varias semanas. La temprana vendimia no sólo ha facilitado las vacaciones navideñas de Reif y sus empleados sino que también ha permitido la recogida de una cantidad récord de uvas.
En 2012, la Bodega Reif produjo alrededor de 60.000 botellas de vino del hielo. Este año, con la temprana llegada de las bajas temperaturas y un verano especialmente propicio, la bodega canadiense ha recogido suficientes uvas para producir el doble de esa cifra.
Sentado con una copa de su vino del hielo en la mano, Reif explica que «el vino del hielo es muy viscoso, muy dulce, con mucho sabor. Huele a albaricoques, melocotón, miel. Tiene el mismo contenido de alcohol que un vino normal pero mucho más sabor y dulzura».
«Se puede beber sólo, después de la cena. No lo bebería como un aperitivo, ni con la comida. Es como un postre», concluye.