El temor a una crisis abierta entre indígenas y las autoridades canadienses continúa a pesar de que la calma regresó hoy a Rexton, en el este del país y escenario de violentos incidentes desde que el jueves la policía se enfrentó a decenas de aborígenes.
Los indígenas que llevan semanas acampados en las afueras de Rexton en protesta por la exploración de gas shale, o no convencional, con la técnica de fractura hidráulica («fracking») dijeron este domingo a través de uno de sus líderes que son «gente pacífica» y lo que buscan es «proteger la tierra».
El jueves, la escena fue radicalmente distinta, cuando la policía intentó dispersar con gases lacrimógenos a decenas de indígenas de la tribu elsipotog que bloqueaban la entrada a las instalaciones de la compañía SWN Resources, que está explorando en la región en busca de gas shale mediante el «fracking».
Esta controvertida técnica ha sido condenada por grupos ecologistas por los daños medioambientales que ocasiona.
La protesta se convirtió rápidamente en una batalla campal en la que los indígenas, armados con cócteles Molotov, se enfrentaron a la Policía canadiense, que utilizó balas de goma para intentar dispersar a los manifestantes.
El enfrentamiento se saldó con 40 detenidos y cinco vehículos policiales destruidos por el fuego.
Pero la policía también dijo que los manifestantes al menos realizaron un disparo con arma de fuego.
Desde entonces, la tensión en la provincia de Nueva Brunswick, donde se encuentra Rexton, ha sido elevada.
Un pequeño grupo de manifestantes se apoderó el sábado del vehículo y equipo de una cadena de televisión local y amenazó a un periodista.
El vehículo y el equipo fueron recuperados más tarde.
En otras localidades de Nueva Brunswick se producían este domingo manifestaciones en apoyo de los elsipotog y los 40 manifestantes detenidos el jueves, que continúan en prisión.
A pesar de la calma que parece imperar en Rexton, las imágenes de agentes de la Policía Montada apuntando con sus rifles de precisión a los indígenas, vehículos policiales incendiados y manifestantes ataviados con ropas paramilitares han recordado los enfrentamientos en la localidad quebequesa de Oka, en 1993.
En esa ocasión, otra protesta indígena derivó en un peligroso enfrentamiento entre mohawk y el Ejército canadiense, en el que murió una persona y amenazó con generar una crisis en todo el país.
Esta vez los temores de un enfrentamiento generalizado en todo el país están alimentados por el creciente movimiento de oposición de jóvenes indígenas, bajo la bandera del lema «Se acabó el no hacer nada», que surgió de forma espontánea el año pasado como protesta por la situación de los aborígenes canadienses.
La población indígena canadiense, cifrada en más de 1 millón de personas, sufre las peores condiciones de vida del país, con los mayores índices de desempleo, pobreza, violencia doméstica, drogadicción, problemas sanitarios y encarcelamientos.
La semana pasada, el relator especial de la ONU sobre los derechos de los pueblos indígenas, James Anaya, criticó al terminar una visita a Canadá la situación en que viven los aborígenes canadienses y advirtió que el país se enfrenta «a una crisis».
«Con todo lo que he aprendido, la única conclusión posible es que Canadá se enfrenta a una crisis respecto a la situación de los pueblos indígenas», dijo Anaya, profesor de derechos humanos y política de la Universidad de Arizona (EE.UU.).
De forma paralela, cada vez hay más voces en el país que demandan que Canadá reconozca que sus políticas hacía los indígenas equivalen a un genocidio, especialmente por lo acontecido durante décadas en las llamadas escuelas residenciales por las que fueron forzados a pasar centenares de miles de niños indígenas como parte de un proceso de borrado de su identidad cultural.
Bernie Farber, exdirector del Congreso Judío Canadiense, y Phil Fontaine, exjefe de la Asamblea de Primeras Naciones de Canadá, dijeron la semana pasada que «es claro que la política del primer primer ministro canadiense, John MacDonald, de dejar que los indígenas se murieran de hambre» para conquistar el oeste cumple los criterios de genocidio de la ONU.
Toronto (Canadá), 20 oct (EFE).-