El muftí de Arabia Saudí, el jeque Abdulaziz al Sheij, hizo hoy un llamamiento a los musulmanes para que se unan frente a los «enemigos» durante su sermón con motivo del día grande del «hach» o peregrinación anual a la ciudad santa de La Meca.
«Pueblos musulmanes, tenéis que preservar la unidad de la nación islámica a nivel económico, militar y cultural para conseguir nuestra autosuficiencia. Tened cuidado de vuestros enemigos y sus engaños», dijo Al Sheij en su tradicional discurso en la mezquita de Al Nimra, junto al monte Arafat en La Meca.
Más de un millón y medio de musulmanes siguieron sus palabras desde el monte Arafat, donde el profeta Mahoma pronunció su último sermón, el «Jutbat al Wadaa» (discurso de la despedida), hace catorce siglos.
En este lugar, también conocido como monte del Tauba (arrepentimiento), los fieles cumplen hoy uno de los principales ritos del «hach», en el que tendrán que expiar sus pecados, como si se tratase del día del juicio final.
El muftí advirtió a los creyentes de que los enemigos del mundo islámico, a los que no nombró, quieren dividirlo y acabar con sus bienes para controlarlos.
«Haced fracasar esos planes y preservad vuestras patrias», exhortó Al Sheij a los fieles.
Además, alentó a los ulemas (estudiosos) del islam a ser «sabios y valientes» para poner fin a los conflictos «entre los hermanos del mundo musulmán».
El muftí, máxima autoridad religiosa de Arabia Saudí, concluyó su alocución con una breve mención al conflicto sirio: «Que Alá haga triunfar a nuestros en hermanos en Siria contra quien les ha agredido».
Grupos de peregrinos llegaron desde primera hora de la mañana al monte Arafat, en medio de estrictas medidas de seguridad.
Los efectivos del orden y «scouts» (exploradores) se desplegaron a lo largo de su recorrido para indicar el camino y organizar la circulación de fieles.
La subida al monte Arafat fue también vigilada desde el aire por varios helicópteros que sobrevolaron la zona.
Allí, los peregrinos permanecerán todo el día hasta la puesta de sol, vestidos con el «ihram», un atuendo de dos piezas de tela blanca sin costuras, y repetirán varias veces la invocación «Labbaik Allahuma Labbaik» (Aquí estoy, oh, Señor).
En paralelo, fue cambiada hoy, como es costumbre, la «kisua» o tela negra que cubre la Kaaba, construcción en forma de cubo que guarda en su interior «la piedra negra», considerada por los musulmanes un pedazo desgajado del paraíso.
Esta cubierta cuesta unos veinte millones de riales saudíes (3,9 millones de euros o 5,2 millones de dólares), mide 678 metros cuadrados y se hace con 700 kilos de seda italiana, 120 de oro, 25 de plata y 120 de tinta.
Según la tradición islámica, las bases de la «Kaaba» fueron construidas por Adán y el edificio por Abraham, con la ayuda de su hijo, Ismael.
La importancia de la «Kaaba» la convirtió desde primeros años del islam en la «Quibla» hacia la que todos los musulmanes del mundo dirigen sus cinco plegarias diarias, y cada fiel que visita La Meca tiene que dar siete vueltas al edificio.
Al anochecer, los peregrinos se trasladarán a la localidad vecina de Muzdalifa, donde pernoctarán y recogerán los guijarros que arrojarán mañana en Mena contra tres columnas que representan el diablo y sus tentaciones.
Después deberán completar las vueltas a la «Kaaba», se cortarán el pelo y las uñas, y darán muerte a un cordero, con lo que comenzará la fiesta del Sacrificio (Aid al Adha), una de las principales festividades islámicas.
Este año La Meca acoge a menos peregrinos -1,6 millones- frente a los 2,8 que hubo en 2012, después de que las autoridades saudíes redujeran su número por las obras de ampliación de la Gran Mezquita de esta ciudad y endurecieran los controles de acceso.
En esta ocasión, también se han extremado las precauciones para evitar el contagio del Síndrome Respiratorio Coronavirus de Oriente Medio (MERS-CoV), después de que medio centenar de personas fallecieran desde su detección en el reino en septiembre de 2012.
Riad, 14 oct (EFE).-