Este país trae cientos de miles de recién llegados cada año porque son una buena inversión. Y el gobierno canadiense lleva muchas décadas de experiencia demostrarlo que la inmigración es la columna vertebral del país.
Las recientes controversias que involucran a estudiantes internacionales, trabajadores extranjeros temporales y solicitantes de asilo han hecho que los canadienses cuestionen el sistema de inmigración. Para muchos, el gobierno canadiense debe actuar rápida y exhaustivamente para restaurar la confianza en ese sistema, reduciendo la migración temporal y garantizando que existan salvaguardias para desalentar las falsas solicitudes de asilo.
Pero la necesidad de una reforma, por apremiante que sea, no debería oscurecer la verdad fundamental de que la inmigración ha convertido a Canadá en el país que es hoy y enriquecerá el futuro colectivo del país, si se hace correctamente.
Con excepción de la población indígena de Canadá, todos somos colonos. Nosotros, nuestros padres, abuelos o tatarabuelos vinimos a esta tierra en busca de un nuevo comienzo, muchos de nosotros huyendo de la pobreza o la violencia, y construimos juntos lo que sigue siendo el reino multicultural más pacífico del mundo.
Sí, el sistema de inmigración tiene sus problemas. Algunos miembros de la creciente ola de estudiantes internacionales han venido en busca más de un trabajo que de una educación. El número de trabajadores extranjeros temporales se ha disparado, lo que permite a los empleadores evitar pagar un salario de mercado. Los solicitantes de asilo están presionando tanto a los servicios sociales que el primer ministro de Quebec, François Legault, ha descrito la situación como “insoportable”. No es de extrañar que las encuestas muestran que los canadienses han comenzado a perder la fe en el sistema de inmigración.
Pero el hecho es que Canadá necesita urgentemente inmigrantes. Statistics Canada informó la semana pasada que la tasa total de fertilidad ha disminuido a 1,33 hijos por mujer, muy por debajo de la tasa de reemplazo de 2,1 que garantiza una población estable. Sin una inmigración sólida, Canadá carecería de los trabajadores necesarios para cubrir la escasez de mano de obra y para pagar los impuestos que sostienen los servicios sociales y las pensiones.
Otros países desarrollados que no aceptan la inmigración, desde Japón hasta Polonia, están experimentando un crecimiento económico débil y una disminución implacable de la población. Para evitarlo, Canadá necesita mantener un objetivo de ingesta anual de aproximadamente el 1 por ciento de la población existente.
Para restaurar la confianza en el sistema de inmigración de Canadá, Ottawa debería centrarse incansablemente en su componente más importante: el sistema de puntos. Concebido por primera vez en la década de 1960 por el gobierno de Lester B. Pearson y todavía utilizado hoy, el sistema adjudica a los solicitantes en función de su edad, educación, experiencia laboral, dominio del idioma y otros factores.
El sistema debería preocuparse menos por llenar tal o cual vacío laboral en particular. Trae a los mejores y déjalos hacer su camino. Contamos con más de medio siglo de experiencia que demuestra lo bien que funciona.
Con ese enfoque, la inmigración económica debería ser un motor para aumentar la productividad de Canadá; el objetivo debería ser estructurar el sistema de tal manera que los inmigrantes, después de encontrar su lugar en su nuevo hogar, tengan ingresos más altos que el promedio nacional. Ottawa debería (a través de Statistics Canada) monitorear esa métrica.
Por último, la migración económica debería ser el foco de cualquier ampliación de los objetivos generales de inmigración. Ottawa ya está avanzando en esa dirección, con la categoría de migración económica aumentando hasta un 60 por ciento del total previsto en 2026, desde un 58 por ciento en 2022. Esa proporción debería seguir aumentando, y otras categorías aumentan a un ritmo más lento.
En parte, el mayor número de inmigrantes económicos será necesario si, como se ha argumentado, Ottawa reduce el número de trabajadores extranjeros temporales y devuelve el programa de estudiantes internacionales a su propósito original.
Los inmigrantes económicos tienen un alto nivel educativo. Los estudios muestran que son más emprendedores que las personas nacidas en Canadá y que sus negocios crean más empleos que las empresas de propiedad canadiense. Más que eso, los inmigrantes permanentes (y sus hijos y nietos) pasan a formar parte de la sociedad canadiense de una manera que los inmigrantes temporales nunca podrán hacerlo.
La historia de Canadá de dar la bienvenida a los recién llegados no es sólo una de las mejores características de este país: es una de nuestras mayores ventajas competitivas. Una acción mesurada ahora puede restaurar la confianza en el sistema de inmigración que tan bien ha servido a Canadá durante tantos años.
En conclusión el caos en inmigración Canadá es tal que la solución no será a corto plazo y mientras eso pasa el país se debate en una economía inestable, escasez de mano de obra y falta de oportunidades reales para los nuevos inmigrantes.