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El cine estadounidense busca argumentos en el porno

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En la imagen, la actriz estadounidense Amanda Seyfried. EFE
En la imagen, la actriz estadounidense Amanda Seyfried. EFE

 

A pesar de ser conocido por sus siempre escuetas tramas, el cine porno se ha convertido en una fuente de inspiración para el cine estadounidense, con el estreno mañana de «Lovelace», sobre la protagonista de «Deep Throat», en un año en el que James Franco ha estrenado «Interior. Leather Bar».
La película X más rentable de todos los tiempos, «Deep Throat», «vuelve» a los cines a través de este filme sin sexo explícito pero que recrea las trágicas consecuencias que aquél éxito sin precedentes tuvo sobre su protagonista femenina, la sufrida Linda Lovelace.
Con Amanda Seyfried como la actriz y Peter Sarsgaard como Chuck, el beneficiario de sus célebres habilidades bucales, el filme llega a los cines estadounidenses tras su paso por los festivales de Berlín y Sundance y, sobre todo, después de superar ayer el bloqueo legal al que le había sometido por problemas de derechos la productora de «Deep Throat», Arrow Productions.
Su perspectiva es casi diametralmente opuesta al celebrado documental «Inside Deep Throat», en la que no solo se analizaba el fenómeno del filme de 1972 que recaudó cientos de millones de dólares -con un presupuesto tipo de película porno de 22.500 dólares- sino que se daba voz a los responsables de aquel hito, que aseguraban que la moral y el feminismo habían interrumpido la evolución de la pornografía de calidad.
«Interior. Leather Bar», falso documental protagonizado y dirigido por James Franco que recrea los 40 minutos inéditos de la cinta de William Friedkin «Cruising», protagonizada por Al Pacino, versa a su vez sobre esa ruptura en la tolerancia del sexo explícito en las películas, cuando se caminaba hacia la aparente liberación total en los años setenta.
Exploración de las barreras psicológicas y éticas del sexo extremo y centrada en un bar de sadomasoquismo gay, este filme fue aplaudido en Sundance, donde compartió pantalla con «Lovelace», en la que, además, Franco interpreta al director de la revista «Playboy», Hugh Heffner, de quien hizo una estupenda película biográfica Milos Forman con Woody Harrelson en los noventa.
El actor de «Milk» parece haber encontrado en el porno una fuente inagotable de inspiración, pues también aparecía el año pasado en «About Cherry», sobre una joven que comienza haciéndose una sesión de desnudos y acaba en plena industria californiana del cine X, y también participa en la comedia «Richard Peter Johnson», sobre un actor que deja el porno en su mejor momento para probar suerte como intérprete dramático.
Ese salto, en la vida real lo han intentado llevar a cabo sin demasiado éxito estrellas del cine erótico como Nacho Vidal (que participaba en «Impávido») o Rocco Schiffredi (reclutado por la directora de culto Catherine Breeillat en «Romance X»).
Y la comedia sobre el porno ha sido una idea que también habían realizado en Hollywood con el filme «Zack & Miri Make a Porno», o en «Orgazmo», de los creadores de la serie de dibujos animados «South Park», sobre un misionero mormón que acaba por accidente en la industria del sexo explícito.
De igual manera que el ahora vitoreado director español de «Blancanieves», Pablo Berger, debutó con la no menos meritoria «Torremolinos 73», sobre una pareja de españoles de clase baja que, en pleno desarrollismo de los 70 se dedica a hacer porno amateur y se convierten en estrellas en Suecia.
Cecilia Roth protagonizó «Una noche con Sabrina Love», de Alejandro Agresti, historia de iniciación sexual entre un adolescente y una actriz porno, igual que Val Kilmer encarnó a la gran estrella X John Holmes en «Wonderland», que pasó desapercibida.
Y una visión más sórdida y más independiente fue la que ofreció «The Fluffer», de Richard Glatzer y Wash Westmoreland, sobre el atípico trabajo del «estimulador» que se dedicaba a conseguir que los actores porno no perdieran su erección entre escena y escena.
Sin embargo, la que unánimemente está considerada la mejor película en este peculiar género es «Boogie Nights», con la que el niño prodigio del cine estadounidense, Paul Thomas Anderson, se dio a conocer, y en la que repasaba la historia del actor porno Dirk Diggler, conocido como «Mr. 35 centímetros» por el tamaño de su pene.
Un Mark Wahlberg dando la vuelta a su imagen de modelo de Calvin Klein, un Burt Reynolds reviviendo de sus cenizas, una Heather Graham que no se bajaba de unos patines y una Julianne Moore de Óscar hicieron que, por primera vez, el espectador aguantara más de dos horas y media ante una pantalla en la que se proyectaba algo relacionado con el porno.

Nueva York, 8 ago (EFE).-

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