La fuerza detrás de las mayores protestas ocurridas en Brasil en décadas es un grupo heterogéneo de estudiantes, organizaciones sociales y partidos minoritarios de izquierda que quieren afianzar el movimiento para cumplir su sueño de cambiar el país.
El movimiento carece de un portavoz o un grupo impulsor claro y se articula por internet, con Facebook a la cabeza.
Ese carácter comunal se puso de manifiesto, por ejemplo, en una reunión de unas 3.000 personas, según sus cálculos, celebrada el martes tras el horario de trabajo en una plaza de Rio de Janeiro, abierta a todo el mundo.
En ella cada persona que quiso pudo exponer sus reivindicaciones, desde la lucha contra la corrupción, hasta más presupuesto para salud y educación, y la crítica a los gastos para los grandes eventos como el Mundial de Fútbol 2014 o los Juegos Olímpicos de 2016.
Pero la pregunta más urgente fue qué rumbo tomar en las próximas manifestaciones, según explicó a Efe Rian Rodrigues, uno de los miembros del Foro de Luchas contra el Aumento del Pasaje, que organizó el acto.
Sorprendidos por su propio éxito, Rian mostró su ilusión por trabajar para que el movimiento y las protestas «perduren lo más posible» con el objetivo de transformar Brasil, aunque reconoció que «debemos ser específicos» en las reivindicaciones.
Rian consideró la movilización «un hito» en la historia brasileña. El jueves de la semana pasada las manifestaciones alcanzaron su punto álgido, con una participación de 1,2 millones de personas en todo el país.
Quienes han salido a las calles son mayoritariamente jóvenes, con estudios superiores y movilizados por las redes sociales, según una investigación de la empresa privada de estadística Ibope.
«Este proceso liberó una gran energía, falta evaluar cómo tiene continuidad el proceso», dijo a Efe Iván Valente, presidente del Partido Socialismo y Libertad (PSOL) y diputado federal por Sao Paulo, una de las fuerzas de la izquierda opositora que también se encuentra detrás de las manifestaciones.
A pesar de que las protestas se consideran apartidistas, algunos partidos minoritarios de izquierda participan en las manifestaciones porque se identifican con las reclamaciones.
Para Valente, «los partidos de la derecha opositora no tienen un discurso unido para capitalizar este descontento» y «el espacio que queda a la izquierda» de la actual coalición de Gobierno «es mayor incluso de lo que el PSOL puede ocupar».
En ese «espacio» tiene cabida, por ejemplo, el Partido Socialista de los Trabajadores Unificado (PSTU), de inspiración troskista y también presente en las protestas.
«El problema de Brasil es que la riqueza va para los bancos, el sector automovilístico (…) Para cambiar eso, el pueblo debe estar en la lucha, colocar (en el centro) a los trabajadores con sus reivindicaciones», declaró a Efe el presidente del PSTU, José María de Almeida, en conversación telefónica.
Para el líder del PSTU, «los partidos y las organizaciones que estén al lado del pueblo se van a fortalecer, pero eso debe llevar un cierto tiempo».
«El movimiento comienza a ganar nuevos contornos, más complejos», según Iván Valente.
Los próximos días serán claves para definir el futuro de estas manifestaciones, así como el devenir de unos partidos políticos minoritarios con ganas de luchar y en los que algunos de los descontentos brasileños pueden encontrar una nueva identificación.
José Manuel Blanco/Río de Janeiro, 26 jun (EFE).-