Ottawa:
El viernes salí de casa pensando en el día de la madre, la última llamada que hice antes de unirme a la protesta fue a mi mamá, le conté que iba a unirme a los millones de personas que como yo tenían dolor de patria. Me vestí de negro por respeto a las personas que han sido asesinadas durante el paro (civiles y policías). Me puse la camiseta de la selección encima y caminé hacia el centro con una cartelera más grande que yo, que repetía las cifras publicadas el miércoles cinco de mayo por un medio de comunicación alternativo en Colombia @laorejaroja.
37 homicidios de manifestantes,
1780 casos de abuso policial,
10 víctimas de violencia sexual,
110 casos de uso de armas de fuego por parte de la policía
y 831 detenciones arbitrarias
Ese mismo medio publicó que en ocho días de paro, 379 personas habían sido desaparecidas. Estas cifras fueron dadas por la Organización No Gubernamental Temblores. La cifra de desaparecidos la presentó La Mesa de Trabajo sobre la Desaparición Forzada ante la Fiscalía y la Defensoría el jueves, seis de mayo en horas de la noche.
Cuando llegué a la cita, habían alrededor de 150 latinos y canadienses, algunos de ellos con niños en los brazos, otros con sus abuelos y muchos adolescentes batiendo las banderas, clamando S.O.S. La tarde en la capital de Canadá era gris, y a pesar de la amenaza de lluvia, pasaron las dos horas del encuentro sin agua. La organización S.O.S Colombia fue la encargada de organizar en el evento. Magazine Latino tuvo la oportunidad de hablar con Patricia Garzón, miembro de la asociación y una de las organizadoras.
La asociación se fundó hace 4 años cuando colombianos de Ottawa y Gatineau quisieron dar su apoyo al acuerdo de paz que se firmaba en el país sudamericano, contó Patricia. El viernes tenían como objetivo mandar un mensaje de solidaridad a su país, ya que “la respuesta a la lucha justa y al derecho de manifestación, fue una respuesta militar. En este momento quien está en el poder son los militares”, declaró. Es por ello que la organización quiso mandar un mensaje de apoyo y esperanza. Además, el evento fue en un llamado al gobierno canadiense ya que Canadá es país de muchos colombianos. “No es posible que nuestro segundo país no se haya pronunciado” dijo Patricia. No es posible que un pueblo como Canadá, reconocido internacionalmente como fundador de paz “se quede cayado” y “no tome posición ante la arremetida militar”.
La policía, siguiendo instrucciones del gobierno, está tirando a matar y por ello el #SOSColombia se ha vuelto viral. Ciudades como Cali han perdido la señal de internet, pues los colombianos, sabiendo que sus medios de comunicación tradicionales no son objetivos se dieron a la tarea de utilizar las redes sociales para filmar lo que estaba pasando – incluyendo policías vestidos de civil, disparando a personas indefensas inocentes, que están cansadas de la misma historia de desigualdad, corrupción y silencio. No solo en Cali se ha perdido conexión, muchas de las historias publicadas por Facebook e Instagram desaparecieron de las redes sociales.
En Ottawa bailamos cumbia y entonamos temas como Cali Pachanguero, pero a pesar de los gritos y el ambiente de unión, de hermandad todos estábamos de luto. Todas, parecería, queríamos estar en Colombia, sentíamos la impotencia de estar lejos y no poder hacer nada más que pedirle a otro gobierno que interceda, ya que en Colombia la democracia es arbitraria y solo sirve para los amigos del gobierno de turno, o sino expliquen cómo el ex presidente Uribe sigue libre a pesar de ser el causante de los falsos positivos. Al lado mío una mujer le explicaba a su amiga que sus hijos no querían que ella asistiera a la marcha, pues les daba miedo. Como explicarles a esos niños que su mama está a salvo, que no se tiene que preocupar por morir en manos de un asesino porque vive en otro país, lejos del terrorismo de Colombia.
Los asistentes gritamos barras como: “Cali, amigo el pueblo está contigo”, y “Uribe, paraco el pueblo está berraco”. También se entonó el himno nacional y se pidió a todo grito “Resistencia”.
Entre los asistentes también estaba Alfonso Barra Ramírez, un indignado más. “Estamos acá para decirles que no están solos a pesar de que estamos lejos estamos actuando también, estamos luchando juntos, estamos haciendo presión para que la comunidad internacional sea más sensible frente a lo que está sucediendo en Colombia”, aclaró. “Hace algunos años [Canadá] se firmó el tratado de libre comercio con Colombia, y ahí hay un capítulo de derechos humanos que al parecer no lo miran, explicó. El gobierno canadiense “tendría una herramienta concreta para hacer presión al gobierno colombiano, para exigirle un mayor respeto de los derechos humanos en nuestro país”.
Una vez llegadas las 7 de la noche, nos despedimos y pedimos reunirnos de nuevo con el mismo mensaje de esperanza y de solidaridad. Aun así, con el corazón en las manos, todos sabíamos que el domingo podríamos celebrar el día de madres, porque ir a la protesta no significaba arriesgar la vida. Aún así, con el corazón en las manos, todos sabíamos que muchas madres en Colombia tanto de policías como de civiles no podrían celebrar su día ni el domingo, ni nunca más.
Grupo de jóvenes mostrando sus pancartas frente al parlamento canadiense en Ottawa, en solidaridad por la triste situación que atraviesa Colombia.
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Por Fernanda Garzón