La matanza terrorista que anoche se cobró la vida de al menos 84 personas en Niza es el mayor atentado en Europa en lo que va de año y el balance puede aún empeorar, puesto que 52 de los heridos están en estado crítico, según revelaron hoy las autoridades galas.
Entre los fallecidos hay 10 niños y adolescentes, informó el fiscal antiterrorista, François Molins, en una declaración en Niza, donde además concretó que 202 personas tuvieron que ser atendidas y que entre los heridos graves 25 están en estado de reanimación en hospitales de la ciudad mediterránea.
Uno de esos centros fue visitado durante el día por el presidente, François Hollande, tras haber reunido en París un consejo de ministros sobre seguridad en el que decidió elevar el nivel de alerta del departamento de Niza.
Entre las víctimas hay personas de diferentes nacionalidades, algo lógico si se tiene en cuenta que el paseo de los Ingleses, el escenario de la masacre, es el centro turístico de una de las ciudades costeras más visitadas de Francia.
Se han identificado víctimas estadounidenses, canadienses, suizos, ucranianos, rusos, marroquíes y tunecinos, aunque aún no se ha cerrado la lista.
Las autoridades calculan que había unas 30.000 personas en el paseo, que habían acudido a presenciar los tradicionales fuegos artificiales del 14 de julio, día de la fiesta nacional francesa.
Es un espectáculo muy apreciado por los niños, que eran numerosos en el paseo, y 30 de los cuales fueron ingresados en el hospital pediátrico de la ciudad, donde media docena se encuentran aun en estado de reanimación, cuatro entre la vida y la muerte.
El hospital informó que uno de los niños todavía no ha sido identificado, por lo que no se ha podido contactar con sus familiares.
Como en los otros centros de la ciudad, numerosos facultativos que se encontraban de vacaciones o de baja acudieron a sus puestos para afrontar las urgencias en la noche de ayer, una situación extrema que se mantuvo hoy.
«Tenía la sensación de que había más gente que nunca», aseguró Charles, un joven que acababa de abandonar el lugar de los hechos justo cuando Mohamed Lahouaiej Bouhlel entraba con un camión en el mismo y atropellaba a decenas de paseantes.
Además, el presunto terrorista disparó contra tres agentes durante varios minutos, antes de caer abatido por los disparos de éstos, según el relato del fiscal antiterrorista.
Difícil encontrar en las calles de Niza a personas que no vivieran, de lejos o de cerca, el drama del 14 de julio, incluidos entre los miles de turistas que trataron de pasar con normalidad el día después de la masacre.
Muchos de ellos acudieron a los aledaños del paseo de los Ingleses para presentar sus respetos a las víctimas.
Depositaron ramos de flores y guardaron silencio frente a las lonas blancas instaladas por las autoridades para ocultar el lugar de la masacre, donde paulatinamente fueron levantados los cadáveres, al igual que el camión, que fue trasladado para proseguir la investigación.
Muchos de los que anoche se encontraban en el lugar volvieron con la intención de hacer el duelo de la masacre. Otros aseguraban que no se sienten preparados todavía para retornar.
Las autoridades abrieron una célula de crisis para acoger a los allegados de las víctimas, con particular atención al apoyo psicológico, tanto de los familiares como de los que presenciaron escenas traumáticas.
En total, unos 60 voluntarios, una decena de ellos psicólogos, trabajan en esta célula, adonde constantemente acuden personas afectadas.
A ella se suma otro centro interministerial abierto en París donde se ofrece ayuda telefónica para la identificación de las víctimas.
La catedral de Niza fue escenario de una misa multitudinaria a la que acudió el expresidente Nicolas Sarkozy, acompañado de su correligionario conservador Christian Estrosi, presidente de la región y exalcalde de la ciudad. Niza (Francia), 15 jul (EFE).-