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¿Qué piensa el Papa Francisco sobre Venezuela y la guerra en Corea?

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El papa Francisco da importantes declaraciones sobre Venezuela y la guerra

En un discurso ante 183 embajadores y representantes acreditados ante la Santa Sede, el papa habló de varios focos de conflicto.

El papa Francisco manifestó su preocupación por Venezuela y abogó porque las elecciones den «inicio a la solución» de la crisis en ese país, en su tradicional saludo este lunes al cuerpo diplomático.

En su largo discurso ante los 183 embajadores y representantes acreditados ante la Santa Sede, el papa argentino analizó los varios focos de conflicto que amenazan al mundo y se refirió en particular a la situación de Venezuela.

«Pienso especialmente en la querida Venezuela, que está atravesando una crisis política y humanitaria cada vez más dramática y sin precedentes», señaló.

«La Santa Sede, mientras que exhorta a responder sin demora a las necesidades primarias de la población, desea que se creen las condiciones para que las elecciones previstas durante el año en curso logren dar inicio a la solución de los conflictos existentes, y se pueda mirar al futuro con renovada serenidad», subrayó.

Francisco ha multiplicado sus llamados a favor del diálogo en Venezuela en los últimos días, inclusive el día de Navidad, y ve con buenos ojos la tercera ronda de conversaciones que se celebrará el 11 y 12 de enero en Santo Domingo, indicaron fuentes religiosas. 

El jefe de la Iglesia católica de Venezuela, monseñor Diego Padrón, abogó también la víspera por un «acuerdo creíble, ponderado y realizable» en las negociaciones entre el gobierno de Nicolás Maduro y la oposición, que se presenta dividida.

Francisco, que emprende este mes un viaje a Chile y Perú, recordó su histórica visita en septiembre pasado a Colombia.

«Por último, en Colombia deseé bendecir los esfuerzos y la valentía de ese amado pueblo, marcado por un vivo anhelo de paz tras más de medio siglo de conflicto interno», recalcó.

La aberrante lógica de la guerra 

En su discurso, pronunciado en la imponente Sala Regia del Vaticano, el pontífice pidió el respeto a los «derechos humanos» en el mundo y condenó como «aberrante» la lógica de la guerra. 

«Un hecho cualquiera imprevisible puede de improviso e inesperadamente provocar el incendio bélico», advirtió.
Francisco reiteró la posición de la Santa Sede de que toda diferencia debe «resolverse no con las armas, sino por medio de negociaciones», dijo.

«En la era atómica, la guerra no puede ser utilizada como instrumento de justicia», aseguró al analizar la situación mundial.

El papa lanzó también un sentido pedido por los refugiados e instó a la comunidad internacional a que trabaje para que puedan regresar a sus países.

El jefe de la Iglesia católica pidió a los europeos que cultiven la cultura de la acogida, que traten de descubrir su bagaje cultural y animó a los países a «luchar contra la pobreza, tanto material como espiritual, y a edificar la paz y construir puentes».

En su discurso a los embajadores, el papa pidió también que no se olvide el continente africano y advirtió, que «no basta indignarse con tanta violencia».

Corea del Norte y Jerusalén 

Entre los focos de conflicto citados por el pontífice figura el de la península coreana e instó al mundo a apoyar «todo esfuerzo de diálogo con el fin de encontrar nuevas vías para que se superen las actuales confrontaciones».

Un impulso indirecto al excepcional encuentro previsto para el martes entre Corea del Sur y Corea del Norte tras dos años de silencio.

Francisco recordó también las resoluciones de Naciones Unidas para que se respete el ‘statu quo’ de Jerusalén, y advirtió que «setenta años de enfrentamientos obligan a que se encuentre una solución política que permita la presencia en la región de dos Estados independientes dentro de las fronteras internacionalmente reconocidas».

El derecho al trabajo y el cuidado de la Tierra 

El papa latinoamericano, sumamente sensible a la cuestión social, habló también del derecho del trabajo, «un bien escaso en muchos países», y criticó los modelos económicos orientados «a la mera ganancia y a la explotación de los más débiles, como son los niños», lamentó.

Condenó los «ritmos de trabajo estresantes», «la reducción progresiva de los días y tiempos de descanso», el «flagelo del trabajo infantil», de la violencia doméstica, y la caída de la natalidad, entre los tantos males de la era moderna.

Llamó «con urgencia» a afrontar en forma colectiva el cuidado de la Tierra, frenar el calentamiento global, reducir las emisiones hacia la atmósfera de gases nocivos.

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