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puente internacional Simón Bolívar, el corredor a la libertad

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Según estadísticas del departamento de Migración Colombia, cerca de 60 mil personas atraviesan a diario el cruce migratorio desde San Antonio del Táchira a Cúcuta.

El puente internacional Simón Bolívar que une las fronteras de Venezuela y Colombia se ha convertido en una especie de sinónimo de la obra de Jesús Soto llena de pisadas de despedidas en el aeropuerto de Maiquetía. Los 315 metros de la vía terrestre es la solución más fácil al momento de emigrar para quienes se les hace cuesta arriba adquirir un boleto aéreo cotizado en dólares, en una época en la que las divisas se rigen por un severo control cambiario y el billete verde se cotiza, en el mercado negro, sobre la barrera de los 200 mil bolívares por dólar.

Según estadísticas del departamento de Migración Colombia, cerca de 60 mil personas atraviesan a diario el cruce migratorio desde San Antonio del Táchira a Cúcuta. Pero, solo menos del 10% retorna por el mismo puente de Colombia a Venezuela, lo que se traduce en la segunda vía para el éxodo masivo. Situación similar, aunque en menor escala, ocurre entre el paso de Paraguachón y Maicao, en la frontera por el Zulia.

Un torrente de gente pasa al otro lado del puente. En su mayoría, venezolanos que llegan al pueblo tachirense desde los cuatro puntos cardinales del territorio nacional, otro porcentaje, pero minoría al fin, corresponde a las generaciones de colombianos residenciados en el país que ante la inminente crisis deciden huir a la tierra de sus ancestros.

En bus, en taxis compartidos, en vehículo propio… Como sea, se llega al puente. El viacrucis comienza en el momento que se debe reunir, en efectivo, el pasaje para poder llegar a San Antonio del Táchira, a sabiendas que la oferta en avión es nula, y que el sencillo se ha convertido en algo tan codiciado y buscado por todos. Un pasaje promedio, en buscama, desde Maracaibo vale alrededor de 300 mil bolívares.

Desde diciembre del año pasado solo está permitido el cruce desde las seis de la mañana hasta las ocho de la noche. Se atraviesa solamente a pie, desde el 2015, cuando las fronteras entre ambos países quedaron cerradas. Los dos canales del puente se quedan cortos y se convierten en angostos ante el flujo de personas que lo caminan, casi a pasos de pingüinos, ante la multitud que no permite avanzar con rapidez. Cerca de una a dos horas se puede tardar una persona en llegar de un extremo a otro, el tiempo se puede redoblar en ocasiones, sobre todo los lunes.
Cúcuta y otras ciudades cafetaleras no son el destino final del venezolano emigrante, al menos eso es lo que revelan las estadísticas. La mayoría de los coterráneos que cruzan la frontera siguen de largo a otro paises de América Latina que los acobijará como su nuevo hogar, lo que convierte a Colombia en un trampolín o terminal de embarque.

Ya sea en avión o la travesía en bus, la oferta de viaje para llegar hasta el último destino es más económica desde Cucutá o Bogotá, que desde Venezuela.

Apenas se pise suelo colombiano, por la frontera con el Zulia o el Táchira, el abanico de opciones terrestres abunda. Perú, Chile y Ecuador son los destinos más cotizados entre los venezolanos. Los comerciantes colombianos han visto un mercado fructífero para ese sector de emigrantes. “Apenas se pasa la frontera, ofrecen cambio de bolívares a dólar y peso colombiano. Venden pasajes en bus, comida preparada, víveres y hasta alquilan baños”, cuenta un comerciante zuliano, de 34 años, que emigró en enero a Santiago de Chile.

Más de 550.000 venezolanos residen en Colombia, cifra que ratifica la condición de puente migratorio hacia otros países del sur. “Son personas que están buscando un mejor futuro. Algunos están cumpliendo con la norma migratoria para estar y otros no lo están haciendo», afirmó el director general de Migración Colombia, Christian Krüger, en declaraciones difundidas por su despacho en diciembre del año pasado.

Maritza Perdomo, una locutora marabina, decidió mudarse a Buenos Aires, con su esposo y dos hijos. Juntando sus ahorros con los ingresos de una venta de “garaje” que hizo (ropa usada, electrodomésticos de segunda mano y otros enseres) apenas pudo sumar el dinero suficiente para comprar cuatro pasajes por bus desde Cúcuta hasta la capital argentina, un trayecto de doce días y un costo de 450 dólares por persona, lo que le permitió ahorrar a la familia, unos 1.400$, dado que cada boleto aéreo Caracas – Buenos Aires, ronda en los 800 dólares.

De las crisis, surgen las oportunidades y para muestra un botón. Un grupo de venezolanos emprendedores organizan viajes de venezolanos desde tres ciudades del país hasta varios destinos de América del Sur. El paquete incluye el traslado desde Valencia, Caracas o Maracaibo hasta San Antonio del Táchira, asesoría en el punto migratorio del Saime para sellar el pasaporte, acompañamiento en el cruce de la frontera y el pasaje en autobús de Cúcuta a su destino. El servicio cuesta 1.500.000 bolívares más el pasaje en dólares al país escogido.

Desde Cúcuta, el boleto, en autobús, para Quito oscila en los 150$; Guayaquil vale 165$, Lima 250 dólares, Santiago de Chile 395$, y Buenos Aires 480$. Las unidades incluyen conector para cargador de celular, Wifi y asientos reclinables. El equipaje máximo permitido es una maleta de 20 kilos y otra de mano de 5. A la hora de llevar alimentos hay limitaciones, por regulaciones solo se puede llevar snacks, panes y enlatados y si dejar a la mascota en Venezuela es un problema, no hay de qué preocuparse, por 60 dólares, más el animal tendrá su cupo en el viaje.
Un licenciado en gerencia de recursos humanos, de 28 años, partió desde Maracaibo a Santiago de Chile en víspera de la visita papal. El hombre cuenta que para ahorrar aún más, decidió hacer el viaje en autobús pero por escalas y no directo desde Colombia. La primera parada fue en Cucutá, luego de pasar el puente Simón Bolívar, de la ciudad colombiana tomó un autobús hasta Lima por 220$; el boleto incluía tres desayunos y tres cenas.

“Estando en la capital peruana busqué pasaje hasta la frontera con Chile, el cual me costó 143 mil soles; unos 15 dólares más. Al llegar a la frontera chilena había demasiada gente ya que coincidió con la llegada del papa Francisco. Muchos venezolanos estaban en la cola, a algunos los regresaron luego de preguntarles a qué iban a Chile”, cuenta el marabino, quien desmintió que migración pida mostrar los dólares con los que se viaja.

De Arica (frontera) hasta Santiago de Chile fue el último trayecto de la travesía de nueve días. Unas 28 horas duró el último recorrido hasta el destino anhelado. En total gastó 360$.

Otros venezolanos prefieren viajar en avión a otros países pero desde Colombia. La oferta en vuelos desde Cúcuta o Bogotá cuadruplica a la venezolana, que casi es nula para algunos destinos como México o Chile.

Un pasaje Cucutá – Santiago de Chile puede oscilar entre los 500 dólares, todo depende de la fecha y el tipo de asiento a elegir. En cambio, desde Caracas, el valor se incrementa a casi 800 dólares. Cuando se trata de economía, muchos optan por un viaje más largo.

“Lo más difícil es el tiempo que duras viajando, son nueve días, la incomodidad, tu aseo personal, si tienes hambre tienes que esperar a las paradas, es un solo baño para toda esa gente”, dice Beatriz Romero, zuiliana que partió a la ciudad chilena de Valpariso, por un mejor futuro.

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