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La marihuana avanza hacia la legalidad pese a las normas internacionales

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Foto cedida por la ONU en donde se ve al una sesión de la cumbre sobre drogas que desde el 19 de abril de 2016, se celebra en la sede de la ONU en Nueva York (EE.UU.). EFE
Foto cedida por la ONU en donde se ve al una sesión de la cumbre sobre drogas que desde el 19 de abril de 2016, se celebra en la sede de la ONU en Nueva York (EE.UU.). EFE

Naciones Unidas, 20 abr (EFE).- Pese a que sigue siendo una sustancia prohibida según las convenciones internacionales sobre drogas, la marihuana avanza poco a poco hacia la legalidad, tal y como quedó hoy patente en Naciones Unidas.

El debate sobre el cannabis, aunque fuera de los papeles oficiales, es de fondo uno de los asuntos centrales de la primera sesión especial sobre drogas que la Asamblea General de la ONU celebra en 18 años.
En la primera jornada fue el presidente mexicano, Enrique Peña Nieto, el que acaparó buena parte de la atención al abrir la puerta a la legalización de la marihuana para uso médico en el país.
Canadá, un país que ya dio ese paso hace años, fue hoy más allá y anunció que en 2017 propondrá legalizar la sustancia también para uso recreativo, una promesa electoral del primer ministro liberal, Justin Trudeau.
«Vamos a presentar legislación en la primavera de 2017 que asegure que mantengamos la marihuana lejos de las manos de nuestros niños y los beneficios lejos de las manos de los criminales», adelantó la ministra canadiense de Salud, Jane Philpott, en su discurso ante la Asamblea General.
Canadá seguirá así la senda abierta por Uruguay, el primer país del mundo en permitir oficialmente el cultivo y la distribución de marihuana, desde la aprobación en 2013 de una ley impulsada por la administración del entonces presidente José Mujica.
Uruguay defendió hoy su modelo en la sede de la ONU y dijo que está en contacto con las autoridades canadienses y otros Estados que están considerando regularizar el cannabis.
«Nos interesa mantener vínculos con aquellos países que tienen políticas centradas en los derechos de las personas y en la salud pública», explicó en una conferencia de prensa el encargado de la Junta Nacional de Drogas del país, Milton Romani.
Pese a ello, Romani dejó claro que Uruguay «no pretende universalizar» su modelo, sino que está a favor de un consenso internacional en el que tengan cabida distintos enfoques.
Sobre el papel, el experimento uruguayo está fuera de las convenciones internacionales que regulan las políticas sobre drogas y la iniciativa, de hecho, ha sido criticada por el organismo de la ONU encargado del control de estupefacientes.
La validez de esas convenciones ha sido reiterada en la declaración aprobada por todos los países de Naciones Unidas con motivo de la cumbre de esta semana, aunque el texto también deja claro que esas disposiciones permiten una buena dosis «flexibilidad» a los Estados.
Más allá de lo escrito, la realidad es que en los últimos años la marihuana no ha dejado de avanzar hacia el ámbito de lo legal.
El que fuera gran impulsor de la llamada guerra a las drogas, Estados Unidos, ha visto cómo muchos de sus estados han dado luz verde a la marihuana medicinal y cómo cuatro de ellos -Colorado, Washington, Alaska y Oregón- permiten su uso recreativo.
En Europa, más allá de la conocida tolerancia holandesa, muchos países han regulado los usos medicinales y casi todos han despenalizado el consumo, algo también muy común en Latinoamérica.
Frente a ese enfoque, la cumbre sobre drogas de la ONU ha servido para dejar claro también que muchos otros países mantienen un enfoque opuesto.
Singapur, por ejemplo, ofreció hoy un durísimo discurso contra aquellos países que optan por la legalización.
«Las pruebas son claras: el cannabis es dañino y puede causar daños irreversibles al cerebro y las capacidades cognitivas, el cannabis es adictivo», dijo el titular del Interior, K. Shanmugam.
«Para nosotros la elección está clara. Queremos un Singapur sin drogas, no un Singapur que tolere las drogas», defendió el ministro, cuyo país dispone de durísimas leyes sobre estupefacientes y aplica la pena de muerte para delitos de drogas.
Aunque Singapur, Indonesia o Irán destacan por la dureza de sus castigos, la oposición a la legalización de la marihuana y otras sustancias es común en muchos países de Asia y África, que no se callan ante los nuevos enfoques.
«Con todo el respeto para los derechos soberanos de los Estados, estamos muy preocupados por la creciente tendencia en algunas partes del mundo hacia la legalización del uso de drogas ilícitas», resumió el ministro del Interior de Pakistán, Chaudhry Nisar Ali Khan.

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