En un momento crítico para su partido y para su gobierno, Stephen Harper hizo público lo que bien podría ser su último presupuesto en ejercicio de un gobierno de mayoría. Tan delicado y complejo le resultaba el tema que su Ministro de finanzas, Joe Oliver, demoró el presupuesto apelando a la incertidumbre de los mercados causada por la vertiginosa caída de los precios del petróleo. De todos es conocido que los Presupuestos Federales del Canadá se presentan generalmente a finales del mes de Marzo de cada año, e incluso en ocasiones hasta en el mes de Febrero. Este del 2015, sin embargo, se ha presentado con al menos un mes de retraso. Coincide el hecho de que sea el último que se presente antes de los comicios federales de 2015. Es de imaginar la tremenda presión a la que tuvo que estar sometido el Ministro Oliver a quien se le encomendó entregar un presupuesto balanceado.
Pues bien, el 21 de Abril, Oliver y Harper sometieron a consideración de los Canadienses un presupuesto que ya era controvertido antes siquiera de ver la luz pública.
Lo primero que llama de inmediato la atención es el hecho de que por más que lo hubieran intentado, ni el ministro Oliver ni el Stephen Harper habrían podido redactar un documento que pudiera satisfacer a los Canadienses y al mismo tiempo atender las necesidades electorales del Partido Conservador. El Partido Conservador parece haber optado por lo segundo.
De las dos variables que determinan el Presupuesto Canadiense de 2015, la caída incontenible de los precios internacionales del Petróleo es la que más afectó el diseño del Ministro Oliver y su despacho. Pero era indispensable satisfacer a ciertos grupos poblacionales con el contenido del presupuesto ya que en un año electoral el presupuesto se convierte en un elemento de discordia capaz de hacer perder una campaña de gobierno.
El presupuesto del Gobierno Harper se logró balancear apelando a los fondos de dos grandes cuentas de ahorros: Los Fondos del Seguro de Desempleo y los del Fondo nacional de Contingencias. Adicionalmente se tuvo que apelar a las acciones del gobierno en General Motors.
Pero los recientes movimientos del mercado internacional han asestado un duro golpe al plan económico del Gobierno de Stephen Harper. Aparte de la precipitación de los precios del petróleo, el mercado canadiense ha estado lento en extremo. La tasa de desempleo ha llegado a niveles alarmantes, mucho peores que los que prevalecían cuando el actual Primer Ministro llegó al poder en 2006. La pérdida de estabilidad laboral y la ausencia de puestos de trabajo digno harían presumir que el gobierno hubiese presentado un presupuesto enfocado en la generación de empleo como estrategia primordial del Estado. Sin embargo eso no es lo que se colige del presupuesto del Ministro Oliver. Es un presupuesto pálido y falto de imaginación, que reafirma la oscura realidad de una clase media cogida en sándwich y un sector manufacturero herido de muerte.
Ahora bien, se supone que el presupuesto nacional es el documento vital de estrategia mediante el cual el Gobierno propone la manera en que se redistribuirán los recursos y dineros del estado y no un anuncio de cuales grupos recibirán privilegios y cuáles no. Sin embargo eso es precisamente lo que ha hecho el gobierno con el documento presupuestal: contribuir a la inequidad al apuntalar ciertos privilegios en forma de recortes tributarios para grupos específicos de población que se busca “seducir” con atractivos descuentos pre-electorales: los Seniors de la alta clase pudiente, las familias de la clase media alta y los dueños de negocios e industrias. Los jóvenes, cuya tendencia a abstenerse del voto es ya una tradición en los comicios a todo nivel, son prácticamente ignorados en este presupuesto. Nada se dice, por ejemplo de los 200,000 estudiantes Canadienses que no logran encontrar trabajo y que se están graduando con niveles de endeudamiento que tendrán que enfrentar en los primeros años de su vida profesional.
Así las cosas, amanecerá y…. veremos…
